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Desarrollo de sabores en el útero

El desarrollo de los sabores y las papilas gustativas comienza desde el útero, la lactancia y hasta los primeros alimentos sólidos que le ofrecemos al bebé. Por lo anterior es importante que desde el embarazo y la lactancia, la dieta materna sea muy variada e incluya alimentos nutritivos.

A partir de la semana 11-13 de embarazo, el bebé ya sabe tragar e ingiere sorbos del líquido amniótico que lo envuelve en el útero. La composición de esté líquido cambia a lo largo del primer trimestre: empezando como una solución acuosa y acaba conteniendo sustancias nutritivas como hidratos de carbono, proteínas y lípidos que contribuyen al crecimiento y desarrollo del bebé.


El bebé ingiere una cantidad considerable de líquido cada día, no solo para hidratarse y alimentarse, sino también para practicar la deglución y la digestión, cruciales para su supervivencia. El líquido amniótico tiene un sabor perceptible que varía en cuestión de la alimentación de la madre, aproximadamente pasan 2 horas para que el sabor llegue al líquido amniótico. Así cuando las papilas del bebé estén suficientemente desarrolladas, podrán detectar los distintos sabores del fluido, que dependerán de la dieta de la madre.


Las papilas gustativas comienzan a desarrollarse a partir de la semana 13 donde el bebé experimenta los primeros sabores. Los receptores del gusto aparecen pronto en la lengua del bebé al igual que los receptores olfativos en las vías nasales, éstos receptores le permiten percibir tanto el sabor como el olor del liquido; por lo tanto los sabores mas intensos o especiados el bebé los percibirá con mayor facilidad, no le molestarán, sino que proporcionarán estímulos variados y lo prepararán para la vida en el exterior.


Los investigadores han descubierto que los bebés que experimentan determinados sabores en el útero después se muestran más dispuestos a comer alimentos con el mismo sabor porque lo reconocen.


El sistema sensorial del bebé puede reconocer los sabores que provienen de la dieta materna; es por esto que se dice que el gusto existe y al parecer algunos de los alimentos ingeridos por la mamá, y transportados por la sangre, atraviesan la barrera placentaria y conforman precozmente el sentido del gusto del niño.


Se cree que la exposición prenatal y perinatal a un sabor refuerza el placer que el bebé experimentará con ese sabor, desde la introducción a los alimentos sólidos hasta su edad adulta. Esto explica porque las distintas etnias y culturas tienen preferencias específicas referente a la gastronomía y los sabores; debido a los primeros sabores amnióticos a los que fueron expuestos. Varios estudios científicos han encontrado una relación directa entre la exposición a ciertos sabores en el útero y su aceptación mas adelante en la vida; y han encontrado que las preferencias específicas a ciertos alimentos, así como el apetito se programan desde éste momento basándose en el ambiente nutricional al que el feto fue expuesto.


Seguir una dieta balanceada y equilibrada durante el embarazo es fundamental para lograr una adecuada nutrición del bebé que se encuentra en desarrollo, y además es muy posible que allanes el camino para que tu hijo nazca con una preferencia innata por los alimentos saludables.


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