El sueño, así como la alimentación y el ejercicio, son indicadores del estado de salud en niños y adolescentes. La falta de sueño o que un niño duerma pocas horas, puede aumentar el riesgo de presentar obesidad, enfermedades cardiovasculares y en general un estado de salud deficiente.
Estudios han encontrado que una falta de sueño aumenta el consumo de alimentos, tanto en consumo de calorías como en veces al día, lo que se conoce como snacking; y también aumenta el consumo de alimentos densamente energéticos. Los mecanismos por lo cuales una falta de sueño puede esta relacionada con un alto consumo de alimentos incluyen:
-Más tiempo y oportunidades para comer; se ha documentado que los niños que duermen menos de 7 horas consumen mayor cantidad de carbohidratos; algunos estudios han mostrado un mayor riesgo de obesidad, síndrome metabólico y mayor consumo de energía.
-Estrés y comer por recompensa - los padres que presionan a los niños para comer o utilizan la comida como control, que restringen alimentos, suelen tener niños que duermen menos.
- Comer sin apetito - los niños que reportan no tener sueño de calidad o no dormir el suficiente tiempo, tienden a consumir alimentos para aliviar emociones o consumir alimentos cuando no tienen apetito, siendo esta una conducta que promueve la obesidad.
- Los niños que duermen poco necesitan más energía para mantenerse tanto tiempo despiertos y por lo tanto suelen tener un consumo de energía mas elevado.
- Cambio en las hormonas del apetito - durante la falta de sueño se aumentan ciertas hormonas (girelina, leptina) que favorecen la ingesta de alimentos, especialmente alimentos ricos en azúcares, carbohidratos complejos y grasas. Además aumenta la sensación de hambre y apetito, pudiendo provocar una disminución en la sensibilidad a la insulina y con esto disminuir la tolerancia a la glucosa y alterar el perfil de lípidos en el cuerpo.
- La falta de sueño puede disminuir la eficiencia para usar la energía y por lo tanto hay más almacenamiento de energía. Las deficiencias de vitamina D se asocian a menor duración de sueño. Todavía no se conoce el mecanismo, pero una deficiencia (baja cantidad) de vitamina D puede alterar el sueño a través de la melatonina.
- Falta de rutina de sueño y por lo tanto de comidas - niños que comen todo el día, que no permite que su sistema digestivo haga el proceso de digestión y que por lo tanto no tienen rutina de comidas ni de sueño.
- Malos hábitos de salud y prácticas alimentarias de los padres - se ha comprobado que los niños que ven tele duermen menos; además el ver tv a la hora de la cena juega un papel importante en la duración del sueño.
Un niño cansado no tiene energía para realizar actividad física, por lo que todo lo que consumen se almacena y no se utiliza; también se ha demostrado que los niños que duermen poco tienden a realizar menos actividad física.
El no comer adecuadamente o dormir bien puede tener efectos a nivel cognitivo, disminuyendo la capacidad de memoria y la concentración así como tener un efecto en el aprendizaje.
Son varios los estudios que han encontrado una estrecha relación entre el sueño y los hábitos de alimentación, encontrado que la falta de sueño puede afectar el consumo y el gasto de energía. Por lo tanto, fomentar buenos hábitos de alimentación y de sueño, así como enseñarle a los niños a tener rutinas sanas, permitirá que nuestros hijos gocen de buena salud.
Agradecemos la colaboración de la sleep coach Elisa Sacal.
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